La indexación y la protección del trabajador público, pensionados y jubilados
Por: Juan Carlos Valdez
El incuestionable ataque que sufre la economía y la sociedad venezolana desde hace más de dos décadas; un ataque que ha ido mutando para mejorar su efectividad, encontró en la dependencia de importaciones, el flanco más débil del Estado Venezolano. Es así como la principal divisa de circulación mundial (el dólar estadounidense) se convirtió en la principal arma en contra del pueblo venezolano. Fíjense que las agresiones del gobierno de los EEUU están dirigidas a que Venezuela no pueda adquirir dólares a través de la venta de hidrocarburos y que, aun teniendo dólares, no podamos importar, ya que amenazan a todo el que quiere tener relaciones comerciales con Venezuela. Esta dependencia de la divisa extranjera hace que el dólar juegue un papel determinante en la estabilidad de la estructura de precios en el mercado nacional, ya que si importamos muchísimas cosas, incluso cosas necesarias para lo que se produce en nuestro país, el precio del dólar afecta los precios de todos esos productos, y al afectar los precios, afectan el poder adquisitivo del salario; y esta es la forma más efectiva que ha tenido el agresor del norte para crear angustia, dispersión, zozobra y rencor en el trabajador. Sobre todo porque se siente desprotegido de aquello que perturba directamente su paz y su estabilidad familiar.
El gobierno venezolano ha logrado sortear muchos ataques, ha neutralizado otros tantos y hasta ha logrado detener posibles intervenciones armadas en contra de Venezuela, pero en honor a la verdad, no ha logrado neutralizar por completo el ataque que más daño le ha hecho: la variación de facto del tipo de cambio.
Quitarnos el yugo del dólar supone producir aquí la gran mayoría de las cosas que consumimos. Eso supone a su vez una gran inversión en educación dirigida a la satisfacción de todas nuestras necesidades; contratando a los mejores profesionales de la educación y pagándoles los mejores salarios, que garanticen su estabilidad familiar y dedicación exclusiva a sus labores. Eso es a largo plazo; mientras tanto debemos neutralizar absolutamente el ataque al poder adquisitivo del trabajador venezolano.
Indexación
Luego de algunos años debatiéndose la propuesta de indexación salarial, el gobierno aceptó la indexación como un mecanismo eficiente para proteger el poder adquisitivo de los trabajadores. No obstante, la forma como se implementó evidenciaba algunas fallas que se advirtieron en su momento; veamos: 1) La indexación debía ser sobre los valores más vulnerables a la inflación, principalmente en el presupuesto público y los salarios que son los que más pueden afectar el normal funcionamiento del Estado; incluso se planteó también la indexación de los depósitos bancarios para proteger el ahorro. 2) Si la unidad de cuenta para el ajuste sería el tipo de cambio con el dólar estadounidense, entonces era necesario realizar un ajuste mensual por inflación, ya que, como ya es evidente, el tipo de cambio se mueve más lento que la inflación; esta última impulsada por las expectativas de los productores, distribuidores y comerciantes sobre los posibles aumentos del precio del dólar. Para evitarse todo esto y proteger al cien por ciento al trabajador, la indexación debe hacerse, necesariamente, ajustado a la variación de la inflación (como se realiza stricto sensu la indexación).
La indexación es una forma de resincronizar el sistema de valores en el mercado nacional y neutralizar los efectos de la inflación – por cierto, nosotros estamos convencidos que la inflación es un problema de control en el proceso de formación de los precios y no un problema monetario, como afirman los neoliberales.
Sector público, pensionados y jubilados
Reiteramos la propuesta que todos los bonos que perciben los trabajadores del sector público, pasen a ser salario, en una primera etapa. Estamos hablando que circularía casi la misma cantidad de dinero que está circulando actualmente por el concepto de "Ingreso Mínimo Vital" del trabajador. Eso variaría un poco cuando toque pagar los beneficios que se derivan del salario; pero partamos de la realidad de que no todos los funcionarios públicos salen de vacaciones el mismo día, ni se jubilan el mismo día, ni reciben los beneficios laborales el mismo día. Luego, también hay que tomar en cuenta que lo que reciben actualmente los trabajadores del sector público, no les alcanza para cubrir sus necesidades básicas. La mejora que experimentarían sus beneficios laborales complementaría un poco la deficiencia del salario.
Al hablar de salario, el trabajador sabe que estamos hablando de la protección de lo que el aporta en la relación laboral: su fuerza de trabajo, su energía vital, en síntesis: su vida. Una protección real de la vida del trabajador, lo agradecería esa enorme masa laboral.
En cuanto a los pensionados y jubilados; no es necesario modificar ninguna ley para dignificar sus pensiones y jubilaciones; es suficiente con un decreto presidencial que complemente sus ingresos llevándolos al equivalente de media canasta básica mensual indexada.
La relación entre el volumen de precios de toda la oferta de bienes y servicios en el país, y los ingresos de los trabajadores, así como también, de las pensiones y jubilaciones, es tan ancha, que la propuesta que hoy hacemos no lograría aún que se equilibraran y menos que la demanda agregada supere a la oferta existente. Pero aliviaría la enorme carga que tiene actualmente el trabajador público, pensionados y jubilados sobre sus hombros.
Como diría nuestro Alí Primera: "Ayúdala, que sea humana la humanidad".
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