Matanza de palestinos no es aterradora pero sí el misil Oréshnik lanzado por Rusia

Pedro Estacio

Ahora resulta que los medios occidentales Forbes, New York Times, CNN, AP, ABC, Bloomberg y Financial Times, que junto con otros han sido críticos al resaltar que el lanzamiento ruso del novedoso misil balístico de alcance intermedio denominado Oréshnik contra un complejo ucraniano en Dnepropetrovsk, podría ser considerado como algo aterrador, jamás consideraron algo similar ni terrible la matanza humana, ese genocidio que Israel viene cometiendo contra los palestinos. 

Esa especie de infierno que los militares israelitas han desatado sobre niños, niñas, mujeres y demás adultos pareciera que ha sido un simple juego de videos que han mostrado con fiereza al resto del planeta, como si estuvieran enfrentados a extraterrestres que llegaron a la Tierra con el ánimo de esclavizar a los humanos, que es otra idea por allí que viene desplegando desde hace años el cine estadounidense, en la cual califican sin saber absolutamente nada de nada.

No tiene nada de aterrador eliminar a los humanos como lo han estado haciendo desde hace siglos los europeos y angloparlantes. Es bueno recordar que los europeos se han estado devastando entre sí y todo por las riquezas y el poder, de lo cual no hay duda alguna.

Si echamos una mirada hacia los angloparlantes, pues no difieren en modo alguno de quienes hablan español, italiano u otras lenguas, la idea en ellos fue eliminar al otro a como diera lugar. Si los españoles lanzaron sus hambrientos perros contra los nativos del nuevo mundo, pues franceses e ingleses lanzaron plomo sobre los nativos americanos y dejaron que los venidos de un continente pobre, que se asentaron en esas tierras, terminaran por eliminar a quienes llamaron indígenas. 

Y no dejemos atrás a los belgas, italianos, alemanes y también franceses, quienes hicieron de las tierras de África sus parcelas privadas y de donde se cansaron de quitarles recursos, dominar a esos pueblos y eliminarlos cuando el fastidio era muy frecuente.

No vayan a creer los lectores que esas matanzas (¿Cuántos habrán sido asesinados en los siglos contados después de Jesús el crucificado?) ocurrieron por casualidad, porque no es así y tampoco porque los inocentes asesinos eran robots ya que no había ese conocimiento científico ni hay pruebas de que ellos vinieran de un planeta con gente mala muy viciada.

El problema fundamental y único es que los asesinatos, los crímenes, esos genocidios, han ocurrido por la creencia, que aún persiste, de que líderes y seguidores y quizá pueblos se han tragado el cuento de que son iluminados, que la divinidad los alcanzó, que el gran Creador del universo les echó una manita en el hombro y les permitió hacer los baños de sangre que hicieron en el mundo.

No nos caigamos a mentiras porque no podemos olvidar que George Bush, muy amante él de la marihuana y el licor, dijo que había conversado con Dios y aunque este no le dio un oficio, pues él decidió que había que lanzar plomo parejo a Irak.

No es por nada, pero los estadounidenses, que no son más que una tribu venida de Inglaterra, que creció mucho luego y se dedicó a los negocios, especialmente sus gobernantes, se han creído como designados por Dios para  dirigir el planeta, meterles mano a los recursos de los demás y apalear a quienes se opongan a sus designios.

Y las cosas están a la vista, como está el lanzamiento de dos bombas atómicas en Japón, hecho histórico de la II Guerra Mundial, que se llevó por delante a casi 200 mil personas en el impacto, porque luego quedaron y siguen afectados muchos nipones. 

Este caso es extraño, porque es algo así como que le den una paliza a determinada persona y luego lo conviertan en su asalariado más fiel, lo que parece haber ocurrido con esa nación. Y como las pestes al parecer se extienden, el asunto parece haber llegado a Corea, donde ahora hay dos naciones con la misma gente.

Como un detalle pequeñín, es bueno decir que las muertes por bomba atómica no han sido consideradas genocidio y no se sabe en qué categoría incluirlas, lo mismo con la eliminación de la conocida, y ahora desaparecida Yugoslavia.  

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